Reforma a la Indemnizaciones obligatorias.1

Ernesto Tironi.

       La semana pasada el Ministro del Trabajo anunció que, como parte del proyecto de ley, para flexibilizar el empleo se proponía estudiar la modificación de la actual Ley sobre Indemnización por Años de Servicio (IAS). Me parece muy positivo que se haga esto; también me sorprende que esté dispuesto a abordarlo. El actual sistema no solo rigidiza la contratación. Además, perjudica a los trabajadores, al castigarlos por moverse hacia nuevos y mejores empleos y reduce el emprendimiento en el país. También genera una grave discriminación entre trabajadores y por eso puede considerarse muy injusta.

       ¿Qué dispone la actual ley sobre IAS y por qué debería cambiarse? Ella establece que sólo cuando un trabajador es despedido tiene derecho a recibir una indemnización pagada por la empresa, pero no cuando renuncia voluntariamente. Se le paga un mes de sueldo mensual por año con un límite de 11 sueldos mensuales al que se despide y ninguno al que renuncia. En esa discriminación esta la gran falla del actual sistema. Ella hace que la gran mayoría de los trabajadores chilenos resulten perjudicados. Los muchos que quisieran progresar moviéndose voluntariamente hacia trabajos más atractivos, desafiantes y productivos en otra empresa o iniciar una propia (un nuevo negocio o emprendimiento) no lo hacen porque dejarían de recibir indemnización si renuncian. Muchos trabajadores deben optar por permanecer en sus ocupaciones actuales porque no tendrían los ingresos para subsistir los tres o cuatro meses que necesitan para encontrar un nuevo empleo o iniciar un negocio propio. Por eso, el conjunto o la mayoría de los trabajadores chilenos pierde con el actual sistema de indemnizaciones.

       Entonces ¿Son las empresas quienes ganan con el actual sistema? Tampoco. Ellas pierden porque dejan de despedir trabajadores que no le aportan porque les resulta muy caro despedirlos pagando esa indemnización y, a menudo, no tienen los fondos.  Si llevan varios años en ella, deben desembolsar montos elevados. Deben pagar, de una vez, casi el sueldo que deberían destinarle a un trabajador nuevo por todo un año. Por eso optan por no despedirlo, lo cambian de puesto, y el trabajador se queda a disgusto, trabajando obligado, remando al revés y deteriorando el clima laboral de la organización. A menudo el trabajador exagera su actitud para impulsar al empleador a que lo despida y le pague la IAS. Queda claro entonces porqué con el actual sistema pierden tanto trabajadores como empresarios.

       ¿Por qué se mantiene entonces el actual sistema de indemnizaciones? ¿Qué es tan negativo? Creo que ocurre por tres motivos principales. El primero es que los trabajadores de las grandes empresas y especialmente las públicas y más sindicalizadas consideran la actual IAS como “una conquista sindical”, o un derecho adquirido gracias a luchas y huelgas en el pasado. El segundo motivo es que suelen haber muchos políticos y parlamentarios que tienen las mismas creencias que los directivos de los grandes sindicatos nacionales, aunque éstos representen a menos del 10% de los trabajadores del país. La tercera razón es que los dirigentes recién mencionados creen que con el actual sistema “castigan” a las empresas que despiden “injustificadamente” a trabajadores. Es entonces una forma de hacer justicia o de defender al débil ante el más fuerte.

       Pienso que se saca poco con dar argumentos con la pretensión de cambiar esas posiciones (aunque ellos existan y sean de peso). Hay muy profundos factores emocionales e ideológicos envueltos en esas actitudes. Para corregir esta situación me parece mucho más productivo anunciar categóricamente que los derechos adquiridos por los trabajadores sujetos al actual régimen no serán modificados. Se trataría una reforma para todos los que comiencen a trabajar después que se apruebe. De lo que se trata es asegurar que las Pymes reciban un alivio y tengan un menor costo total para contratar nuevo personal: Al lector atento ya le habrá quedado claro que los empresarios pequeños son los más perjudicados por el actual sistema. Las grandes empresas no tienen tantos problemas con la actual IAS porque contratan menos trabajadores en comparación con su capital y recursos. Estas funcionan más mecanizada mente y tienen más acceso a créditos y capital. Las Pymes no tienen esa posibilidad.

       ¿Cuáles deben ser las características básicas de un sistema de IAS más justo y eficiente para los trabajadores y la sociedad como conjunto? Aventuro dos características muy simples: primero, que se pague a todo evento, sea que el trabajador sea despedido como que renuncie voluntariamente.  Y, segundo, que el monto a pagar sea igual en ambos casos, e igual a lo que se paga hoy de un mes por año de servicio, pero con un tope más bajo, del orden de 5 o 6 sueldos en total.

       Como casi todos los cambios de política esto debe hacerse gradualmente, para evitar las resistencias e ir evaluando. Por ejemplo, empezar por hacer obligatorio para las empresas pagar indemnización por años de servicio a empleados que renuncien voluntariamente a razón también de un sueldo por año de servicio, pero con un máximo de tres años. Al mismo tiempo, reducir el máximo por despido o renuncia no voluntaria de los once años actuales a sólo 8 años. Si el esquema no anda mal, al cabo de dos años subir a 5 sueldos el máximo en el primer caso y bajar a 6 el máximo en el segundo. Si el número de empleados que empieza a renunciar anualmente en forma voluntaria es parecido a los que las empresas despedían, entonces éstas gastarán montos de dinero parecido a lo gastado con el sistema actual, pero ganarían teniendo más trabajadores contentos, productivos, interesados y colaboradores facilitando un mejor clima laboral.

       ¿Cuándo y cómo cambiar? Lo antes posible, porque como hemos visto el actual sistema perjudica a los trabajadores, las empresas y al país. Reduce el empleo y los cambios tecnológicos. Aún más, los robots y la inteligencia artificial lo harán cada vez peor. El resultado final, puede ser una sociedad con más movilidad, emprendimiento e iniciativa de las personas. Menos personas frustradas en sus trabajos, más libertad y felicidad.

El centro de estudios Democracia y Progreso considera que el presente documento constituye una contribución valiosa para el debate público de nuestro país. Las opiniones vertidas en el mismo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten.
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1. Una versión anterior de este artículo fue publicada en El Líbero el 30 de noviembre del 2018.

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