Elementos Base de la Reforma de Pensiones

Texto: Rodrigo Pablo Roa. Ingeniero. Miembro del Centro de Estudios Democracia y Progreso

Nuestros adultos mayores y el país necesitan mejorar los resultados del Sistema de pensiones, de manera que las pensiones guarden relación con los ingresos que percibía la persona durante su vida activa. Además, se debe tratar de zanjar por vías objetivas cual sería la pensión mínima aceptable.

Para avanzar en ello, resulta indispensable tener claridad sobre la situación en que estamos para buscar soluciones realistas y contar con servidores públicos apropiados. El mundo político, no obstante ser advertido por dos comisiones técnicas de alto nivel, no tomó iniciativa para mejorar las tasas de ahorros de los afiliados y hoy con soltura señalan que el sistema de ahorro fracasó.

La realidad indica que a las bajas tasas de cotización – 10 % – se agregan las ´lagunas previsionales´, es decir, de largos períodos en que las personas no cotizan, razón por lo que sus cuentas individuales son bajas y consecuentemente sus pensiones igual lo son. Cuando una persona dice que su pensión es baja, lo que está señalando es que ahorró poco. En este sentido el Sistema Previsional es transparente, y tal vez en esto resida parte de la molestia pública que provoca. Llama la atención oír a políticos destacados decir desenfrenadamente que el sistema fracaso, eludiendo hablar de su propia desidia, o la de los organismos gubernamentales encargados de la supervisión de éste. Por su parte estos los funcionarios públicos responsables se defienden sosteniendo que los políticos no quieren oír sus advertencias, que viven en el corto plazo, que no conocen los resultados del sistema de reparto que fue sustituido por éste, y que en su tiempo fue acremente denunciado por los presidentes, Ibañez del Campo, Alessandri Rodriguez y Frei Montalva.

La conveniencia ha hecho al mundo político buscar explicaciones alternativas a este desastre, las que a estas alturas no se molestan ni en entregar. La socorrida vertiente policial en un mundo cortoplacista tiene fácil acogida. Las malas pensiones son el resultado de alianzas espurias entre el gran capital y las administradoras de fondos. A su turno los medios de comunicación actúan como caja de resonancia para reafirmar estas verdades. Jamás se le hace la pregunta pura y simple, a quien reclama, de cuántos años y por qué montos cotizó. Las nuevas estrategias son crear ilusiones en torno al buen funcionamiento de sistemas desconocidos como el de los países del norte de Europa, sin hacer mención de que en esos países las personas cotizan regularmente y a tasas del doble que las chilenas, 20% versus 10%.

A modo de referencia en Chile, si una persona cotiza durante 40 años el 10% de su renta, quiere decir que ha separado de su ingreso 4 años de ahorro para financiar su vejez. La AFP vía rentabilidades ganadas los multiplica casi por 3, transformándolos en 11 años de ahorro. Con este ahorro la persona debe enfrentar una expectativa de vida de 20 a 25 años. Es decir, a grosso modo debiese recibir una pensión equivalente a la mitad de su sueldo como trabajador activo o una tasa de reemplazo de 50% que de por si es reducida. Ahora, si se repite el mismo ejercicio, pero esta vez con un afiliado que cotizó 15 años, como es la mayoría, este separó 1.5 años de ahorro para vivir los mismos 20 a 25 años. Si se multiplica por tres -rentabilidad de la AFP- se transforman en 4.5 años, es decir tiene una tasa de reemplazo de solo 23%.  ¿Cómo nadie advirtió esto? El país para progresar necesita responder con la verdad.

Esta falta de visión encarna una falla moral grave, y entonces es curioso que las soluciones vengan en parte vía una virtud, la solidaridad. Antes no nos preocupábamos de nadie en tanto que ahora así. Más bien parece que se enfrenta una nueva “deriva” de la política chilena.

Siguiendo con el concepto local de la solidaridad ¿cómo se plasmaría este en concreto? Ya se señaló que una persona con 40 años de cotización recibe la mitad de su renta, ¿la idea es que reciba menos?

En efecto ha faltado solidaridad, las ´lagunas´ dan cuenta de ello. El país ha operado con bajas tasas de cesantía durante los últimos treinta años. Es decir, los trabajadores independientes, o los que, utilizando diversos subterfugios no cotizan, o negocian el monto de sus cotizaciones contra mejores ingresos inmediatos.  Ver en la virtud de la solidaridad la solución a este desbarajuste no es realista. Lo que cabe es a través de organismos especializados monitorear el ahorro, el desempeño de los fondos, los cambios en las expectativas de vida. Velar por el cumplimiento de las leyes. Pero no nuevas leyes sino las vigentes. Si esto no fuese posible habría que reconocer que el país no puede contar con un sistema previsional que pague pensiones dignas. Estas se construyen con el esfuerzo constante de todos, y no introduciendo soluciones que desalienten el ahorro de los que solidariamente hoy lo hacen.

En nuestro país efectivamente existen sectores que aún no pueden buenamente hacer esta contribución, y que los estándares éticos de una sociedad impelen a ayudar y a no dejarlos solos. Este compromiso efectuado con seriedad, enriquece a la sociedad completa y desde el punto de vista nuestro es ineludible.

Cómo mínimo debiese incrementarse el aporte estatal a chilenos de bajos ingresos. Atender las recomendaciones más especializadas de las comisiones de alto nivel: Comisión Marcel y Comisión Bravo. Hacer cumplir el marco legal actual reduciendo elusiones, sancionando a los empleadores que no pagan las imposiciones completas, exigir a los trabajadores independientes e incluso a los empleadores a cotizar al menos por un mínimo.

¿Quién sería un trabajador solidario y cuántos de ellos se necesitarían para pagar pensiones dignas?  Un trabajador que cotice regularmente para tener una tasa adecuada de reemplazo debiese cotizar el doble de la suma por la que lo hace hoy día.  Es decir, la tasa de cotización debería pasar desde el 10% actual a cerca de 20% más otro 10% para suplir a quien no ha contribuido.

Asimismo, quienes no cotizan sin otra razón que la inmediatez, ¿serían moralmente denostados, o habría que vivir la contradicción de que los medios de comunicación los ensalzase?

Si a la generación actual se le hubiese entregado la responsabilidad de haber pagado las pensiones a los actuales jubilados -esto es en el contexto de un sistema de reparto solidario- estas serían muy bajas, porque precisamente ha quedado claro que proporciones muy significativas de la población o no cotizan o sub cotizan. Entonces ¿Cómo se podrían pagar mejores pensiones?

En resumidas cuentas, antes de explorar nuevos esquemas de organización del Sistema de Pensiones se deben buscar mecanismos eficaces para que las personas coticen regularmente. Este es el problema central, cuya falta de solución hace inviable el sin número de propuestas fantasiosas que circulan.

Retiros aprobados por el parlamento de parte del ahorro previsional

Los retiros de fondos desde las Cuentas Individuales aprobados por el Parlamento en tres oportunidades han desmedrado aún más las pensiones ´dignas´ deseadas. Pero ha hecho algo mucho más grave aún. Se ha revitalizado con energía la picardía criolla, que no es otra que el subdesarrollo que nos aflige. El sistema de pensiones, protegido constitucionalmente -al menos es lo que se creía- con derechos de propiedad claramente establecidos ha sido gravemente alterado. No hay espacio aquí para hacerse cargo de las explicaciones lastimeras dadas por nuestros parlamentarios, ni las recogidas por los medios de diversos entrevistados que casualmente van caminando por la ciudad.

No obstante, es un problema que debe enderezarse, y este es el desafío de un líder honesto, que sueña con una nueva política. Ha sido parte permanente de la cultura nacional que no conviene ahorrar en los sistemas previsionales: el antiguo de reparto y el nuevo de cotización individual. Existe consenso en el Chile profundo que siempre al final el grupo de irresponsables de turno harán -acudiendo a sus mejores razones- un uso antojadizo y oportunista de sus fondos: muchas canchas de futbol, un tren que recorra el país de Arica a Magallanes pasando por túneles quilométricos bajo la superficie marina etc. Todo esto sin responderle a nadie, empujados por los aires que soplen.

Las resoluciones parlamentarias a las que se han plegado todos los sectores -algunos con peores razones que otros- son un contrasentido y atentan directamente contra la pretensión de que los chilenos coticen en fondos solidarios -u otro por elegante que sea el ropaje con que se lo presente- puesto que han sido testigos directos de la manipulación de estos ahorros. Es decir, si hoy se han afectado las cotizaciones a cuentas propias, en el futuro esta tendencia se agudizará de no mediar una legislación aún más sólida que identifique claramente la propiedad de estos ahorros. La  irresponsabilidad actual tendrá largas secuelas.

Acentuar el carácter solidario del Sistema previsional implica persuasión, ejemplos y leyes eficaces que se cumplan. Quien ahorra es solidario, con su esfuerzo permite que se liberen recursos estatales que puedan ser aplicados en forma sostenida a los más necesitados. El ahorro es la condición ineludible para tener un sistema de seguridad social sustentable y verdaderamente solidario, dirigido a proveer protección efectiva durante las contingencias de la vida. La fracción de chilenos que tienen una situación vulnerable deben contar con una protección especial en este espacio. El Sistema debe ser efectivo, es decir asegurar pensiones dignas. Sus cotizantes solidarios. También se debe tener presente que Nuestro Sistema de seguridad social es amplio, abarca seguros de salud, de sobrevivencias, de invalidez, de cesantía. Al sistema de pensiones pidámosle lo que le corresponde: cotizaciones y pensiones.

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