Repensando la Salud V:
Objetivos de una reforma al sistema de salud de Chile.
Por Héctor Sánchez y Manuel Inostroza
Desde el punto de vista de la estrategia de desarrollo del país, uno de los imperativos de la sociedad chilena es aumentar la calidad de vida y la productividad del trabajo. Ello pues constituye una de las fuentes de crecimiento económico que permite a quienes laboran beneficiarse y a través de salarios más altos lograr obtener mejores servicios tales como alimentación, educación, vivienda y atención de salud, mejor infraestructura y acceso a otros bienes lo que redunda en una mejor calidad de vida.
Hay un circulo virtuoso entre nivel de salud de la población, una mejor productividad y una mejor calidad de vida. En efecto, una buena salud de la población no sólo contribuye a un mejor desempeño económico de los trabajadores, sino que también sirve de base para otros objetivos tanto o más relevantes como son: la realización personal, el hacerse cargo del cuidado de la familia, el participar activamente a nivel comunitario y el integrarse como ciudadano de una sociedad democrática.
El sistema de salud, componente fundamental del bienestar social, no debe concebirse como un compartimiento estanco de la sociedad, sino como parte integral de la estrategia de desarrollo del país y, en este contexto, de su estrategia económica. Se requiere que tanto los sectores productivos y sociales incorporen una visión de salud en sus planes y acciones, de modo que el esquema sanitario se enlace más activamente con el quehacer económico y social del país.
En este sentido, el sistema de salud puede y debe contribuir a mejorar la educación y el rendimiento de estudiantes y trabajadores. Lo hace por medio de su propio perfeccionamiento, mejorando el acceso equitativo a la atención y contribuyendo a promover hábitos de vida saludable en la población, de manera tal que la población minimice las pérdidas por ausentismo laboral y/o escolar producidas por estar enfermo.
Construyendo una estrategia de salud para Chile.
El estado de salud de las personas depende de dos elementos cruciales que deben apalancarse de manera virtuosa: por una parte, de las estrategias y acciones desarrolladas a nivel social, muchas veces representadas por el estado. Por otra parte, requiere del compromiso individual de tomar decisiones responsables alineadas con la propia salud, la de su grupo familiar y la de su comunidad. En consecuencia, más que lograr un nivel de salud adecuado para las personas es necesario construir “una sociedad saludable” en que interactúan los individuos, la comunidad que los rodea y la sociedad en su conjunto.
Esta sociedad saludable vela porque su población, a lo largo de todo el ciclo de vida, pueda:
- Alcanzar una dieta nutritiva y desarrollar una actividad física adecuada.
- Evitar conductas de riesgo para la salud, tales como el fumar, beber en exceso y consumir drogas ilícitas.
- Habitar en una vivienda adecuada que lo proteja y que promueva su bienestar físico y mental familiar.
- Disfrutar de barrios y comunidades seguros y libres de contaminación, diseñados para promover la actividad física y la interacción social.
- Acceder a una educación que permita integrarse adecuadamente a la fuerza laboral y tomar decisiones adecuadas, particularmente en aquello referido a la propia salud y la de la familia.
- Trabajar en condiciones dignas, incluyendo buenas remuneraciones y ambiente laboral, que protejan la salud del trabajador y promuevan los estilos de vida saludables.
- Vivir en ciudades limpias, seguras y con sistemas de transporte adecuados, que den espacio para el desarrollo de las comunidades y faciliten la actividad física de las personas.
- Contar con sistemas de salud que den un acceso oportuno, equitativo y de calidad a la atención de salud física y mental.
La construcción de una sociedad saludable no es sólo responsabilidad del estado central, sino que también de los otros agentes que la componen. En efecto, además del gobierno central están los gobiernos locales, los establecimientos de educación, el sector privado, los sindicatos y gremios, las comunidades familias e individuos. Por eso es indispensable abrir los espacios necesarios para que estos agentes participen activamente en el proceso de construir u nuevo sistema sanitario. En este contexto, creemos que existen un conjunto de directrices que debieran tenerse presente al momento de consensuar una estrategia de salud para el país que guíe una reforma sectorial. Dentro de estas es necesario destacan a continuación.
Objetivos de Salud de la Población.
- Reducir la morbilidad y mortalidad asociada a enfermedades crónicas cardiovasculares, cánceres y de salud mental, ampliando las atenciones promocionales, preventivas, curativas y de rehabilitación, particularmente las asociadas a la diabetes, hipertensión y depresión.
- Aumentar la prevalencia de los principales factores protectores de la salud y reducir los principales factores de riesgo de la población chilena como malnutrición, sedentarismo y tabaquismo. Esto se debe logar a través de acciones intersectoriales dirigidas a modificar las conductas, incluyendo las de consumo y productivas, con énfasis en incentivos económicos y cambios culturales.
- Mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, extendiendo la cobertura de la atención para esta población, particularmente de aquellas acciones más costo-efectivas, y desarrollar las capacidades para entregar cuidados de largo plazo a la población etariamente más avanzada.
- Consolidar los avances realizados por el país en atención materno-infantil y enfermedades inmuno-prevenibles.
- Adoptar un enfoque de salud centrado en las personas que permita a los individuos participar de la toma de decisiones a fin de hacerlos responsables de su salud, de manera que puedan involucrarse activamente en el proceso de atención y apoyar el control de la actuación de los prestadores, proveedores y seguros.
- Mejorar la capacidad de respuesta de nuestro sistema ante las catástrofes.
Muchos de estos objetivos no sólo dependen del sistema de salud del país, si no que de otros sectores que a menudo influyen mucho más que el sistema de salud propiamente tal. Dentro de estos destacan, por lejos, el sistema educacional y la familia que es dónde se construyen las conductas, los hábitos y costumbres de las personas. Por su parte en el ambiente de trabajo no sólo evitan accidentes laborales, sino que se generan mejores o peores condiciones para la salud de las personas.
Respecto a este último punto, destacan los factores vinculados con la construcción de ambientes de habitabilidad en los sectores urbanos y rurales creando espacios sanos y seguros con políticas de control de consumo de alcohol y drogas y de seguridad propiamente tal. Todos estos factores influyen en el nivel de salud mental de la población el cual se expresa fundamentalmente en depresión, suicidios y otros trastornos directamente vinculados con los entornos personales.
En consecuencia, la definición de una estrategia de salud para Chile implica concentrarse en aquellos elementos que condicionan la salud de las personas y poblaciones, los cuales mal manejados pueden constituir factores de riesgo de enfermedad. Para logarlo se deben identificar y diseñar mecanismos que permitan la interacción con los diversos sectores del quehacer nacional a fin de que se visibilicen los objetivos de salud en la definición de sus políticas de cada sector.
Un ejemplo de lo anterior son los problemas de obesidad. Estos se generan por los hábitos de consumo y de ejercicio físico de los estudiantes, los cuales se construyen en los hogares a partir de las prácticas de los padres respecto de la alimentación y del ejercicio físico y otro resto hacen las escuelas. La obesidad es determinante en a lo menos dos o tres de las enfermedades con mayor prevalencia en Chile: la diabetes, la hipertensión y los problemas cardiovasculares. De esta forma el sector sanitario ocupa parte importante de sus recursos humanos, físicos y financieros en tratar estas enfermedades. En los países más desarrollados se está enfrentando los problemas de salud con este enfoque integral, ya que de lo contrario, la espiral de demanda por servicios de salud y costos sería incompatible con el crecimiento económico.
Creemos firmemente que una reforma a la sanidad es mucho más que sólo transformar las instituciones sectoriales y/o los sistemas de financiamiento para lograr permitir un mejor acceso a los sistemas de salud, más equitativos y con mejores políticas públicas. También creemos que es mucho más que centrarse en debatir si la provisión es pública o privada o en si queremos un sistema de seguro único o de multi-seguros. Antes debemos definir estrategias para movilizar a diversos sectores del país, cuestión de que en forma conjunta construyan las condiciones que permitan un mejor estado de salud de la población que impidan que éstas enfermen y no sólo se centren en proveer un buen tratamiento de la enfermedad.
>> Descargar documento <<