Trabajar para un futuro más prometedor
Los actuales fuerzas que desafían y cambian el mundo laboral, como son el desarrollo tecnológico, el cambio climático, los movimientos demográficos y la globalización, hacen que hoy la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de la OIT, proponga medidas que es preciso acometer con urgencia para lograr un futuro del trabajo que proporcione oportunidades de trabajo decente y sostenible para todos. En esta perspectiva, el actual Gobierno de Sebastián Piñera ha propuesto una reforma laboral con tres ejes principales, que desde la mirada de Luis Lizama Portal, abogado experto en Derecho del Trabajo y Seguridad Social, parecen estar en la línea correcta.
Una reflexión sobre los principales desafíos que se enfrenta hoy a nivel mundial como en nuestro país en el tema laboral, es la que compartió el abogado, académico y socio fundador del estudio jurídico Lizama Abogados, Luis Lizama, durante el Conversatorio: “Ajustes a la Reforma Laboral y Estatuto Laboral Juvenil”, organizado por el Centro de estudios Democracia y Progreso el pasado mes de abril.En este encuentro, el experto en Derecho del Trabajo y Seguridad Social, hizo especial mención a los ejes de la reforma laboral que impulsa el actual Gobierno, y que permitirían sumarse a las propuestas de la OIT, como son el Establecer una garantía laboral universal, Ampliar la soberanía respecto del tiempo, revitalizar la representación colectiva y Encauzar la tecnología en favor del trabajo decente.
En detalle, uno de los ejes del proyecto está vinculado con la flexibilidad en jornada del trabajo y la Soberanía del tiempo. Es una flexibilidad en la jornada de trabajo para una mejor conciliación de la vida laboral y personal, a través de la reducción de la jornada laboral y flexibilidad en su distribución, con una jornada mensual de 180 horas, máximo 6 días seguidos y límite de 12 horas. “Ahí lo más relevante es la posibilidad de que se pueda acordar una jornada de 180 horas al mes. O sea, en vez de trabajar 45 horas por semanas, se propone 180 horas por mes. Esto no es una novedad y en derecho del trabajo es posible hacerlo. Pero aun cuando es una jornada mensual, el trabajador puede trabajar máximo 6 días seguidos y se le asegura el séptimo día como día de descanso. Y durante el día la jornada máxima del trabajador en la empresa son 12 horas, en donde se incluye la jornada ordinaria, la jornada extraordinaria y también el tiempo de descanso para colación. Es decir, si tengo un tiempo de descanso de dos horas, esas dos horas cuentan dentro de las 12 horas y si tengo una de 12 y trabajo una hora más, serían 11 más eventualmente una hora más de descanso. Esa diría que es la novedad más importante porque es una manera de otorgar flexibilidad en cómo se distribuye la jornada de trabajo y también se reduce la jornada laboral, ya que se trabajan menos horas durante el mes, ya que serían un poco más de 42 horas por semana. Todo esto es dentro de acuerdos individuales”, comenta Lizama.
En esta misma materia, el planteamiento para un pacto colectivo, se enfoca a que permita flexibilidad en la distribución de la jornada diaria y semanal, a través de un pacto colectivo de sistemas excepcionales de distribución de la jornada de trabajo y descansos. “La propuesta indica una flexibilidad para que el sindicato pacte con su empleador, una jornada semestral o anual en donde se altera en cómo se distribuye la jornada laboral, que hoy en día es semanal con descanso en el día séptimo. Esto se orienta para empresas con sindicatos o con trabajadores que no están – al no existir sindicatos en la empresa – abran la posibilidad de establecer jornadas excepcionales, como sucede actualmente en la minería con jornadas que significa laborar un día y descansar otro, o de 4×4, 7×7 o bien en proyectos de ingeniería de 10×5, o para zonas urbanas como en Santiago, donde hay quienes trabajan 7×1 para poder mantener los tres turnos de 8 horas y evitarse tener dos turnos y uno traslapado. Todo ello, que hoy lo autoriza la autoridad del trabajo, se podría pactar con el sindicato y habría un ahorro de burocracia. Lo que es bueno desde todo punto de vista, porque en vez de tener que acudir a la autoridad administrativa, dicha autorización lo acordaría con mi sindicato por un tiempo determinado”, señala Lizama.
El experto agrega, que se suman a los pactos colectivos, algunos acuerdos que también requiere de la existencia de sindicatos en la empresa y un porcentaje mínimo de sindicación, que es el 30%, pero que también podría ser el porcentaje promedio de trabajadores sindicalizados en el último año, y que en Chile es de un 20,6%.
Según lo relatado por Luis Lizama, a todas estas indicaciones relacionadas a la flexibilidad laboral, se suman otros, que si bien pueden realizarse en la actualidad, se ven como importantes avances. “El Gobierno plantea otras flexibilidades como alternativas, como los bloques de horario en donde se pueda pactar horarios de entradas previas al trabajo y salidas anticipadas al horario común; o para que el mismo trabajador pueda plantear a su empleador, una reducción del tiempo para colación, para poder irse antes del trabajo; o la posibilidad de teletrabajo o reducción de jornada, en tiempos de vacaciones de los hijos; etc. Es decir, acá hay guiños de que el gobierno está cumpliendo con uno de los ejes establecidos por la OIT llamado Soberanía del tiempo, y que dice que el trabajador requiere tener control de su tiempo para compatibilizar su vida laboral con la vida familiar”, indica.
Otro de los ejes de la Reforma, está relacionado con el planteamiento de la OIT sobre Garantía laboral universal, para el trabajo eventual; protección para niños, niñas y adolescentes; y personas en situación de discapacidad. “Lo que la OIT dice para el trabajo que viene es que – además del respeto a sindicarse, a negociar colectivamente, al derecho a la huelga, a erradicar el trabajo infantil del mundo, a la no existencia de discriminación laboral y a la necesidad de protección a la seguridad laboral – es importante agregar tres temas: que haya una remuneración vital, es decir, que sea posible que efectivamente ese trabajador no sea pobre, porque el dato es bien gráfico, duro e impactante. Según la OIT, 300 millones de trabajadores en el mundo viven en extrema pobreza. Lo otro es que hay que avanzar en la fijación de un máximo de horas de trabajo, que la OIT lo ha establecido en 48 horas. Y lo tercero, es que considera muy relevante, el proteger la seguridad y salud en el trabajo, por medio de un contrato de formalización en virtud del cual el trabajador se obliga a prestar servicios, según su propia disponibilidad, y sin obligación de exclusividad, en eventos extraordinarios, no permanentes u ocasionales del empleador, y éste, a convocarlo y remunerarlo de acuerdo con la ley. Por eso creo que ahí hay un tema relevante, porque el Gobierno apunta a la formalización de los contratos a honorarios para trabajos esporádicos y eventuales (no de plataformas digitales) como el del repartidor de fin de semana, garzón o promotores. Ese es un avance porque ese trabajador, que labora al margen del código del trabajo estaría cubierto por el derecho laboral. Y es importante también, por lo que se busca con la protección a niños y niñas adolescentes, al reducir las horas de trabajo de 8 a 6 horas, para garantizar con mayor fuerza la prioridad del estudio antes del trabajo. Es decir, prácticamente se reproduce los lineamientos de la OIT en nuestro código del trabajo y también en materia de inclusión laboral con la inclusión de personas discapacitadas”, explica Lizama.
Y finalmente, el otro eje es el relacionado a la indicación de la OIT de Encauzar la tecnología en favor del trabajo decente. En detalle, el proyecto apunta a la búsqueda de protección social para aquellos que trabajen por medio de plataformas virtuales. “Acá hay un debate que en el mundo no ha sido fácil de resolver. En países como Australia por ejemplo dicen que el chofer de Uber no es trabajador dependiente, que es autónomo. Y con el mismo modelo de negocio, en España en Inglaterra han dicho lo contrario, que es dependiente, con contrato y regulación laboral, lo cual produjo un problema, porque en el caso de que así lo introdujéramos, un trabajador der Uber, que labora una hora a la semana tendrías derecho al pago del ingreso mínimo por ejemplo, y con ello creo se acaba la plataforma y un modelo de negocio que aporta beneficios y que es más convenientes que otros. Por eso pienso que cualquier regulación en el mercado matara el sistema que hoy es virtuoso. Por eso creo que las directrices que está dando el Gobierno están bien y correctas, que apuntan a decir que el trabajador de este tipo de plataformas es en principio independiente, o sea que no están en el código del trabajo salvo que demuestre que efectivamente está código laboral y haya indicios de laboralidad, es decir que es trabajador subordinado, que cumple instrucciones y órdenes, que debe cumplir con jornada laboral, que no pueden rechazar el encargo que les encarga la plataforma, etc. Por ello lo que se pide es – tal como hoy lo hace la empresa Cabify o Cornershop – la entrega de boletas de honorarios de prestación de servicios, para el pago de impuestos y del consecuente goce de derechos sociales y previsionales como trabajadores independientes, como vejez, invalidez, sobrevivencia, salud, accidentes de trabajo, salacuna, maternidad, ley Sanna, etc. Y esto es un tema clave, porque por acá ira mucho de la economía del futuro, ya que la gente además quiere más autonomía, más tiempo libre, más libertad y estar más en su casa, entre otros. Hay que cambiar la cancha, pero el derecho del trabajo no debe ser único”, enfatiza Lizama.
Sobre cómo vislumbra el éxito de estas propuestas, Luis Lizama señala que si bien el Gobierno acertó en el proyecto, la discusión no será fácil. “Está bien planteado el proyecto de ley, pero cuando lo discuto desde la trinchera probablemente, se tiende a pensar en precarización del trabajo y falta de espacios para acuerdos entre el trabajador y el empleador, porque existe la idea de que el poder está desequilibrado y en el fondo el empleador impondrá las condiciones. Acá hay un problema cultural, que claramente se ve en las últimas regulaciones, muchas de ellas están basadas en la desconfianza. Y creo que lo que ocurrirá, y como ha sido tendencia en Chile, es que la urgencia nos obligará a realizar los cambios. Porque este debate en el Congreso tal vez termine en nada y será el mismo mercado laboral el que terminará provocando problemas y cambios por sí mismos. Algo que ya se está viendo en las cifras, con el aumento de desempleo y aumento la economía informal”, finaliza el experto.